Tal vez llegó un momento en que la evidencia de la catástrofe fue tan clara que el Gobierno se desentendió de unas responsabilidades que no iba a tener que afrontar al año siguiente. Para lo que les quedaba en el convento, Zapatero y Salgado decidieron que no merecía la pena ocuparse de embridar un gasto que al fin y al cabo administraban —es un decir— en los territorios autonómicos quienes le estaban quitando a trozos el poder. Que se ocupe el PP cuando llegue, que eso del control del déficit siempre ha sido una cosa como muy de derechas. Après nous, le dèluge, se dirían como aquel monarca gabacho. Y vaya si ha diluviado.
El ciclo histórico siempre discurre del mismo modo. Los alegres socialdemócratas gastan y gastan hasta provocar un colapso que acaba llevándoselos por delante. Luego llegan los antipáticos liberales [sic] a reconducir la quiebra con medidas de emergencia que, como es lógico, les ocasionan un inmediato desgaste convenientemente acentuado por las críticas de quienes les dejaron el marrón para situarse detrás de una pancarta. Y con un poco de suerte, el cabreo popular acaba devolviendo al poder a los responsables del desastre, que se encuentran las cuentas lo bastante saneadas para retomar el dispendio. En una sociedad política dominada ideológicamente por la izquierda, la derecha viene a ser un paréntesis necesario, como esos empleados domésticos que entran a ordenar los muebles y recoger los desperdicios entre fiesta y fiesta. Se ha derramado el déficit, qué engorro. Que pase el servicio a ordenar la habitación y avise cuando esté preparada para seguir la juerga.
Saturday, March 10, 2012
Vagamente familiar
Servicio de habitaciones de Ignacio Camacho (ABC)
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